Salud mental masculina: entre el mandato de la fortaleza y la urgencia del cuidado
El pasado jueves 12 de junio de 2025 tuve la oportunidad de conversar con Marco Antonio Silva en el programa Estilo de Vida de Radiofórmula 103.3 FM sobre un tema que rara vez ocupa los micrófonos en horario estelar: la salud mental de los hombres. Esta entrevista se dio en el marco de un contexto preocupante y urgente, donde las cifras nacionales apuntan a una crisis silenciosa, sostenida en parte por los rígidos mandatos de género que aún pesan sobre los varones en México.
Según datos de la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica, tres de cada diez personas en el país presentará un trastorno mental a lo largo de su vida. Sin embargo, más del 60% de quienes los padecen no recibe tratamiento. Las mujeres acuden con mayor frecuencia a servicios de salud mental, mientras que los hombres lideran los indicadores más graves: suicidio, adicciones y conductas de riesgo. Esto no es una coincidencia; es el reflejo de una estructura social que ha enseñado a los hombres a callar su malestar, a resistir sin pedir ayuda, a demostrar fortaleza incluso a costa del sufrimiento emocional.
Durante la entrevista, abordamos cómo el modelo de masculinidad tradicional —centrado en la autosuficiencia, el control emocional, la productividad y la negación de la vulnerabilidad— actúa como un verdadero factor de riesgo para el bienestar psíquico masculino. Este modelo no solo impide reconocer los síntomas de ansiedad o depresión, sino que dificulta buscar apoyo profesional cuando más se necesita.
Muchos hombres no se permiten llorar por una ruptura amorosa, expresar el miedo ante una enfermedad, o compartir el agotamiento cotidiano con sus amigos o su pareja. La consecuencia de este silenciamiento emocional no es menor: en México, 8 de cada 10 personas que se suicidan son hombres. A menudo, la depresión en ellos no se presenta con tristeza evidente, sino con irritabilidad, aislamiento, consumo problemático de sustancias y conductas impulsivas, lo que contribuye a que el sufrimiento pase inadvertido para quienes los rodean.
No obstante, también hay motivos para la esperanza. Cada vez son más los hombres que se atreven a explorar formas distintas de ser, sentir y vincularse. Se trata de nuevas masculinidades más empáticas, igualitarias y cuidadoras, que rompen con la lógica del “hombre de hierro” y abren paso al reconocimiento de las emociones, el autocuidado y la búsqueda de apoyo. Sin embargo, estos cambios también encuentran resistencias. Algunos hombres viven estas transformaciones sociales como una amenaza a su identidad, lo que ha dado lugar a expresiones reaccionarias como la “manosfera”, un ecosistema digital donde proliferan discursos antifeministas y de odio.
El camino hacia una salud mental más incluyente pasa, necesariamente, por cuestionar el ideal masculino hegemónico y ofrecer alternativas que reconozcan la complejidad emocional de los hombres. Esto implica desde el trabajo educativo en las escuelas hasta la transformación de los servicios de salud mental, que deben ser más accesibles, culturalmente sensibles y libres de estigmas.
Como psicólogo clínico y psicoanalista, especializado en salud mental masculina y diversidad sexual, acompaño a hombres que están listos para cuestionar los mandatos que los dañan, para hablar de lo que les pesa, para construir vínculos más genuinos y para vivir desde un lugar más libre. Mi consulta es un espacio seguro donde esto es posible.
Si esta lectura resuena contigo o con alguien cercano a ti, te invito a dar el siguiente paso. Atender la salud mental no es signo de debilidad, sino un acto de valentía y responsabilidad.