Por Psic. Alejandro Silva Antunez
Winnie The Pooh, sus amigos y sus trastornos.
El 18 de enero de cada año se celebra el Día de Winnie The Pooh en conmemoración del fallecimiento de su creador Alan Alexander Milne. Este escritor británico dio vida al personaje de felpa en 1926 inspirado en el oso de peluche que poseía su hijo, Christopher Robin Milne.
El nombre “Winnie” provino de una osezna que fue donada al zoológico de Londres por un teniente inglés que la había adoptado como mascota de su pelotón mientras estaban en Winnipeg, Canadá. Del nombre la localidad norteamericana surgió la idea de su nombre.
Una vez siendo una estrella del zoológico londinense, Christopher Robin Milne la visitaba tan seguido como podía. La osa Winnie le gustaba tanto que incluso rebautizó a su oso de peluche, hasta entonces llamado “Edward”.
El fuerte lazo entre su hijo, el peluche y la osa Winnie, sirvieron de inspiración para que Alan Alexander Milne creara la historia que en 1966 Walt Disney inmortalizaría el primer cortometraje del personaje y su pandilla.
Los trastornos mentales de sus personajes
El 12 de diciembre del año 2000 la revista de The Canadian Medical Association publicó un artículo cuyo título podría traducirse algo así como “Patología en el Bosque de los Cien Acres: una perspectiva de neurodesarrollo sobre A.A. Milne”.
En este artículo, escrito de modo juguetón, sus autores exploran sus hipótesis acerca de las patologías neurológicas y psicológicas que pueden apreciarse en los personajes de Winnie The Pooh, específicamente tomando como base el primer largometraje que Disney hizo en 1977 “Las Aventuras de Winnie Pooh”.
Dicho estudio, marcó el banderazo de salida para el resto de las especulaciones que otros profesionales médicos y de la salud mental comenzaron a hacer al respecto. Por ejemplo, ¿quién no recuerda haber visto, o incluso contestado en Facebook el famoso test de personalidad con base en los personajes de Winnie Pooh?
Tomando como base el artículo mencionado, y añadiendo algunas ideas y ejemplos míos, en este artículo exploraré algunos de los trastornos que podemos identificar en estos tiernos personajes con la finalidad de divertirnos un rato, ¡y quizá ayudar a identificar si tú o tus conocidos se parecen a alguno de ellos!
Christopher Robin
Las aventuras de Winnie Pooh, y el resto de sus amigos de peluche, no existirían sin Christopher Robin quien les da vida en su imaginación. Él es un niño londinense que vive en un apartamento en medio de la ciudad, y no en el Bosque de los Cien Acres. Y aunque es cierto que los niños poseen una gran imaginación, la viveza con la que Christopher Robin experimenta las aventuras con sus amigos imaginarios es mucho más que en 4K 😉.
La condición médica que mejor explicaría el grado de realidad con la que el chico experimenta a sus amigos es la esquizofrenia. Este trastorno se caracteriza principalmente por la pérdida de contacto con la realidad, y uno de los síntomas que más la identifica son las alucinaciones.
Las alucinaciones son percepciones visuales, auditivas, olfativas, etc., que la persona tiene sin que exista un estímulo externo que las provoque. Por ejemplo, ver y escuchar que tus peluches te hablan, cobran vida y desarrollan personalidades propias cuando en realidad se trata de objetos inanimados.
Winnie Pooh
El tierno y simpático amigo imaginario de Christopher Robin presenta características típicas del trastorno de apetito desenfrenado o trastorno por atracones.
Esta condición se diagnostica a personas, u osos de peluche, que comen cantidades inusualmente grandes de comida en poco tiempo, incluso si no tienen hambre. Generalmente los atracones llevan a la persona a sentirse demasiado llena tras haber comido con rapidez, y los lleva a sentir que su conducta de alimentación está fuera de control.
Todos sabemos de los problemas en que Pooh se mete a sí mismo y a sus amigos con tal de comer “un poquito” de miel. Presenta conductas arriesgadas e impulsivas como subir a lo alto de árboles y pretender robar panales de abejas disfrazado como una de ellas.
Además del deseo de comer, otra explicación de la impulsividad y aparente conducta temeraria de Winnie Pooh, consiste en su inteligencia limítrofe. No lo digo yo, sino que es el mismo Pooh quien explica que posee un cerebro muy, muy pequeñito debido al relleno de felpa que tiene en la cabeza. Eso explica porqué no tiene las ideas más brillantes del grupo.
Puerquito o Piglet
El mejor amigo de Pooh es el pequeño y rosado manojo de nervios de Piglet. Este cerdito asustadizo presenta disfemia clónica, mejor conocida como tartamudez y que consiste en leves contracciones musculares al hablar que provocan la repetición de sílabas durante el discurso.
Este trastorno del habla se ve agravado debido al nerviosismo del Puerquito, quien suele estar preocupado y ansioso la mayor parte del tiempo. Teme por su salud, su seguridad y la de otros, por los riesgos que implican las aventuras que vive con sus compañeros, etc.
El estado de Piglet bien podría caracterizar el de una persona que padece del Trastorno de Ansiedad Generalizada, uno de los trastornos mentales más comunes a nivel mundial.
Las preocupaciones no son tan específicas como en otros trastornos de ansiedad, sino como su nombre lo indica, se trata de un estado más generalizado de preocupación y nerviosismo.
Tigger
Otro de los personajes consentidos es este tigre de felpa que brinca sobre su cola y va de aquí para allá sin parar. Tigger tiene, literalmente, un resorte en la cola. Es una expresión con la que podría describirse figuradamente a los niños que viven con el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad.
El patrón persistente de inatención e hiperactividad que presenta Tigger se ejemplifica además en su dificultad para aprenderse los nombres de sus amigos, con quienes se presenta múltiples veces por no recordar sus encuentros previos. Además, sería imposible imaginar a Tigger sentado.
Siempre salta y trepa sin considerar la situación o contexto en que se encuentra, y tal como describe el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, ¡Tigger parece estar impulsado por un motor!
Igor
El burro azulado siempre va cabizbajo, arrastrando las orejas y la cola. Siempre desanimado, batalla por encontrar la gracia a la ocasión en que perdió su cola y el resto de sus amigos ofrecieron los mejores sustitutos para ella jugando a “ponerle la cola al burro”.
Pesimista y apesadumbrado, Igor es el perfecto representante de la depresión. Este trastorno se caracteriza por un estado de ánimo bajo, por una lentitud motriz y un cansancio crónico que podemos observar en la caricatura.
Además tiene una tendencia a hacerse reproches y esperar los peores resultados para sí de las aventuras que emprenden, lo cual suele resultar gracioso porque efectivamente le pasa de todo.
Conclusión
Un diagnóstico no te define.
Todos presentamos ciertos rasgos de personalidad en mayor o menor medida, todos experimentamos ansiedad, y todos nos bajoneamos ocasionalmente. Incluso si alguien padece de un trastorno como tal, esa etiqueta sólo se refiere a una minúscula parte de quien es esa persona.
Igor no es solamente un burro apesadumbrado, sino un obstinado y leal amigo. Piglet, a pesar de su ansiedad permanente, afronta lo incierto y dona su mansión para que Búho tenga donde vivir luego de la gran inundación del bosque. Pooh no solamente vive por la miel, sino que es un amigo noble que invita a Pigglet a vivir con él cuando este se queda sin casa.
Una persona puede ser entrañable, tierna e inteligente aunque lleve a cuestas el peso de un diagnóstico psiquiátrico. Muchas veces, junto con la carga que implica vivir con alguna de estas condiciones, las personas con algún trastorno mental viven con la carga y estigma social que implican sus diagnósticos.